¿Cuál es la clave para que un lunes después de unos cuantos días de fiesta y estando a finales de mes un restaurante doble mesas con una facilidad pasmosa en el centro de Bilbao? Varias son las razones que nos pueden ayudar a entenderlo, como su ubicación en plena zona comercial, su larga trayectoria (85 años de andadura), su variada oferta (desde tapear en la barra hasta comer en la zona de comedor o en la terraza) o el trato tan agradable que dispensan al cliente. Todo ello evidentemente ayuda, pero hay algo que resulta definitivo: la excelente RCP. Aquí se puede comer de manera notable en cuanto a calidad sin que la cartera se resienta.
Lo elegimos entre unas cuantas opciones tras decidir que este día, festivo en Vitoria, nos acercaríamos a la capital vizcaína a pasar la jornada. Reservamos un par de días antes y a la hora acordada entramos en el local, que estaba a reventar. Nos ubicaron en nuestra mesa, y mientras esperábamos a que nos entregaran la carta hicimos una ronda de reconocimiento visual del entorno. El sitio, a pesar de las estrechuras (las mesas son pequeñas y se colocan muy próximas entre sí), tiene su encanto, y su parroquia es de lo más variopinta, encontrándonos desde trajeados empleados bancarios hasta amas de casa con bolsas de Zara, pasando por turistas despistados, familias con críos, abuelos con txapela o parejas celebrando algo especial. En este cine, como se ve, la película que proyectan es apta para todos los públicos.
Su carta es muy atractiva, y se compone tanto de tapas como de raciones. No obstante, nos decantamos por su menú degustación, que por 30€ ofrece los siguientes platos:
Entrantes a compartir:
- Jamón Joselito con tomate y chapata recién horneada
- Croquetas de jamón Joselito
- Atún marinado con arroz sushi
- Josellinis gratinados
Segundos:
- Bacalao a la plancha con pimientos asados
- Carrillera ibérica Joselito con puré de patata
Postres:
- Crema de vainilla con helado de queso
- Surtido de chocolates y sorpresas
Todo estaba muy bueno, pero si tuviera que destacar algo sería la Carrillera ibérica y la Crema de vainilla, que rozaban el sobresaliente. Se trata, en conjunto, de un menú de notable calidad y con un precio que no se corresponde a lo que habitualmente estamos acostumbrados a pagar.
La carta de vinos resulta atractiva por sus precios, si bien se compone básicamente de referencias de amplia demanda. Rebuscando mucho encontramos un aceptable, aunque muy joven todavía, Predicador Blanco 2012 (22€), que no necesitó mantenerlo en la cubitera que nos ofrecieron al salir bastante frío de la cámara. Para otra ocasión tendremos en cuenta su amplia oferta de vinos por copas, que me pareció bastante interesante.
Terminamos la comida con un par de correctos cafés por 0,85€ cada uno, un ejemplo más de la calidad a precio ajustado que es la seña de identidad de este negocio.