Vivir de las rentas

La Taberna del Alabardero es un clásico del centro de Madrid que hace años llegó a ser considerado uno de los mejores restaurantes de la ciudad. A juzgar por nuestra última visita, parece no pasar por sus mejores momentos. No se puede negar que el entorno del restaurante es inmejorable (al lado del Teatro Real), y que el bar de la entrada tiene su encanto. Sin embargo, el resto de las cosas no nos hizo tanta gracia.
El restaurante está dividido en distintos salones con las mesas demasiado juntas (tanto que, en nuestro comedor, apenas podía pasar el camarero entre unas y otras). Eso sí, manteles y servilletas de tela. La decoración, recargada, con platos de porcelana y cuadros apelotonados en las paredes.

El servicio, profesional, pero distante y no demasiado agradable.

Como entrante nos pusieron una chistorra de sabor demasiado potente y una textura excesivamente blanda. También unas croquetas algo insulsas.

De primeros, para los siete adultos, pedimos para compartir (dos raciones de cada uno): Anchoas de Santoña (de lo mejor de la comida), Salteado de setas bastante soso (de níscalos, boletus y, supuestamente, unas senderuelas que no identificamos) y Brandada de bacalao, con el bacalao demasiado desmigado y excesivo sabor a ajo.

Como principales, Guiso de callos y lengua (de aspecto manifiestamente mejorable y con la carne anegada por un caldo espeso, pero buen sabor), Bacalao al pil pil, Rodaballo, Albóndigas de pescado, Dorada (parecía de piscifactoría), y Lomo de Venado (dos raciones), que fue, sin duda, lo peor de la comida, con aspecto, textura y sabor a recalentado.

Postres anodinos (qué diferencia de los canutillos con crema que probamos aquí, comparados con los que tomamos hace poco en El Despacho).

Carta de vinos amplia, bastante clásica, a precios moderados. Un buen detalle: la primera botella de vino que nos sacaron olía a moho y nos la cambiaron sin la más leve protesta.

Con dos botellas de Viña Tondonia Reserva 2005 (35 E/cu), siete cafés, tres botellas de agua, además de cuatro croquetas y un filete con patatas para dos niños: más de 600 Euros en total.

LO QUE MÁS NOS GUSTÓ
-Las anchoas de Santoña.
-Nos cambiaron la botella de vino que salió algo picada, sin poner la más mínima excusa (lamentablemente no en todos los sitios reaccionan igual en las mismas circunstancias).

LO QUE MENOS NOS GUSTÓ:
- El lomo de venado (le verdad, nos pareció pésimo)
- La relación calidad- precio.

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