Cocina clasica en la Grand Place

Restaurante desde elñ Siglo XVIII enclavado en los locales del antiguo gremio de Craniceros de Bruselas. Tiene dos entradas , una directamente por esa maravilla arquitectonica que es la Grand Place y otra por una calle perpendicular a la misma.
Bien decorado, da lugar a un ambiente intimo, discreto y traqnquilo. Han sabido respetar la esencia de lo antiguo dotandole de un confort adecuado. Buena separacion de mesas, con cuberteria, cristaleria y vajilla aceptables.
Carta basada en la tradicion belga con uin apòrte en determinados platos de toques modernos. Compartimos croquetas de cangrejo, croquetas de tres quesos y una especie de carpaccio de venado. Muy correctos todos los entrantes , con sabor potente, textura adecuada y perfecto punto de coccion.
De segundo probamos el buey con un sabor pleno, grasa infiltrada que le daba un toque de mantequilla haciendolo muy meloso y agradable al paladar.
No tomamos postres porque estabamos llenos.
Carta de vinos muy corta a precios tipicos belgas ( o sea, caros). Nada especial en el servicio del vino, limitandose a descorchar , dar a aprobar y dejar la botella.
Servicio de sala amable, pero, lento, muy lento, casi deseseperante. No sé si porque era sabado por la noche y estaba lleno o , simplemente , porque ese es su servicio habitual. En cualquier caso merece la pena pòr el entorno y su situacion, mucho mas que por su nivel gastronomico
El precio es sin bebidas (el agua mineral en Belgica es muy cara ) y sin postres

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