Triunfo del sentido común

Nos reunimos 8 amigos a cenar en el Victoria 8,situado en pleno núcleo de Triana,muy cerca de c/ Pureza y c/Betis.
El local ocupa lo que en su día fue el antiguo "Poncio",tiene una pequeña barra de tapas,siempre atestada y 2 cómodos salones,de estilo clásico,con detalles en madera y azulejos de cerámica y cuadros de ambiente trianero,las mesas se visten con mantelerías y vajillas clásicas de buena calidad,resultando un conjunto muy agradable y sin estridencias.
El menú se compone de varias entradas,todas a 10 eur,y platos principales de carne o pescado,entre 12-14 eur de precio,suelen tener siempre cosas fuera de carta que conviene dejarse aconsejar por la chica que ejerce de jefe de sala,que tiene un buen juicio y un sentido común impresionante a la hora de atender y recomendar.Dejandonos aconsejar por ella decidimos compartir varios entrantes,que nos sirvieron poco a poco con un ritmo y orden perfectos: pincho de bonito del norte escabechado,croquetas de cola de toro,gambas al ajillo con aguacate,rissotto de setas y de foie,"tomatá" con huevos y patatas fritas.. nos quedamos con las ganas de darle un repaso a toda la lista con propuestas tan sugerentes como: crocanti de mozzarella con naranja amarga,empanadillas de perdiz,pimientos de Padrón con huevos de codorniz,etc..Respecto a estos platos decir que sin ser creaciones de alta cocina todos son imaginativos,bien presentados y a un nivel muy digno.P.ej el combinar las láminas de aguacate con el aceite al ajillo de las gambas resulta una idea simple pero muy "resultona".Las croquetas de cola de toro,excelentes,las sirven con una guarnición de zanahorias aliñadas que le viene fenomenal,el pincho de bonito con una especie de cracker o regañá casera muy crujiente,en definitiva ,que se lo curran tela,con unas cantidades que no resultan ni escasas ni excesivas y a unos precios realmente comedidos.
Terminamos con unos tournedos de solomillo ibérico rodeados de bacon y servidos con unas patatas fritas memorables,y un bacalao gratinado que fue lo mas flojo quizá de la cena por su sequedad.Todo lo que probamos estuvo a gran altura,incluso los postres,que son todos caseros (a 3 o 4 eur cada uno): tarta de queso,tatin de manzana (lo mejor,estaba recién hecha) ,hojaldre con crema al estilo de Guarromán (curioso),etc..
Su carta de vinos es escueta,con 6-7 referencias de cada una de las D.O.Rioja ,Ribera y unos cuantos blancos,aunque todos son vinos de calidad,se puede pedir por copas también.En nuestro caso tomamos copas sueltas de Aura (Rueda) y luego un par de botellas de Sierra Cantabria 2005,servidos a temperatura y copas correctas.El servicio es super atento y lo habrá mas ceremonioso y formal,pero no mas ágil y pendiente de todo.En definitiva,la sensación que te deja este lugar es que la calidad no está reñida con el buen precio cuando las cosas se hacen con sentido común,quizás el menos común de todos los sentidos.
Al final,la cuenta,en un papel cualquiera y con una letra de parvulario como dicen en otro comentario,pero a la que no le sobra ni le falta una coma : 227 eur para una magnífica cena de 8 amigos,con su detalle ya habitual del chupito de vodka al caramelo.
A mi no me resulta lamentable,sino entrañable.
Una magnífica velada a 28 eur por persona con postres y vinos incluidos no es ninguna tontería para los tiempos que corren.
Volveremos,para que no se nos olvide lo que es el sentido común.

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