Sin sorpresas

El restaurante(bueno, fundamentalmente 2-3 mesas) tiene bonitas vistas a la Ria de Bilbao y a los alrededores de la Iglesia Santa María. Se practica una cocina tradicional refinada o si se prefiere una cocina tradicional con algún pequeño toque creativo que no depara grandes decepciones ni tampoco grandes alabanzas, sin que ello signifique se come mal. Aunque no es muy grande da la impresión que la cocina a duras penas puede atender debidamente a los comensales ya que en nuestra visita y aunque sólo había 4 mesas ocupadas, desde que nos sentamos nos tardaron en servir el primer plato 35 minutos. Además sólo había una camarera para atender a los clientes. De lo que pedimos el Pulpo de la Ribera de Loiba con patatas y pimentón de la Vera estaba francamente apetitoso y conseguido aunque la lástima es que contaba con un exceso de pimentón que malograba el resultado final.Correcto el Risoto de Foie con manzana aromatizada al curry y parmesano, aunque a mi particularmente esta mezcla de sabores no me llegó a convencer.De segundos platos,El Rabo de Buey bien realizado y sabroso al más puro estilo clásico y lo peor sin duda de la comida fue la Lubina plancha con parmentier anchoas puesto que la calidad del pescado no era la deseable.
Las raciones son muy generosas lo que motivó que ante el poco atractivo, a priori, de los postres no probaramos ninguno. De vino un Ramón Bilbao Edición Limitada que pese a su alta puntuación en algunas guias como la Peñín, no me pareció nada del otro mundo.

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