Estuve hace más de un año (todavía no era veremero) y puedo afirmar que amén del trato excepcional del propietario (no tenía reserva y fui "a ciegas" recomendado por el taxista que me llevaba al aeropuerto) ya que disponía de tres horas antes de salida vuelo. Entrantes, arroz con pato y sorbete de limón, que todavía recuerdo como una de mis mejores experiencias gastronómicas (y tengo mucha mili en muchas garitas) maridados con tres vinos diferentes, y en raciones generosas con una relación calidad precio excelente. De haberlo puntuado no habría promediado por debajo de 9.