La semana pasada estuve a punto de ir. Es una de mis asignaturas pendientes cuando vaya por Bcn.
Un saludo.
Acudí invitado por los Pingus que no paraban de hablarme del lugar.
Restaurante en un edificio nuevo de una zona nueva, Luminoso, agradable, algo ruidoso.
Mesas sencillas, manteles y servilletas de papel, buenas copas y muy buen trato.
Tienen un menú del que elegimos el arroz caldoso con marisco (bueno, en su punto) y un bacalao que nos prepararon de tres formas diferentes (sabroso, abundante ración y, por poner un pero, un pelín seco). Uno de los bacalaos iba acompañado de jamón en tres texturas: taquitos, mousse y falso helado (no acabamos de conectar).
Antes de eso, nos trajeron una especie de pies de cerdo en gelatina (sabrosos), una coca con berenjena, (creo que era) pimiento y miel (rica) y unas gambas a la plancha (sabrosas y frescas), junto con una copa de cava.
Carta de vinos corta, pedimos (nos costó ponernos de acuerdo) un Llágrimas de Tardor (Terra Alta) una garnacha blanca.
De postre, habíamos pedido tres postres distintos que fuimos cambiando a medida que avanzaba la comida y que al final el propietario-cocinero-alma del lugar nos cambió por un execelente coulant de chocolate (fuera de carta) acompañado de un Jorge Ordoñez moscatel naturalmente dulce (también fuera de carta y también excelente).
El servicio es acorde con el local y el trato es excelente.
La semana pasada estuve a punto de ir. Es una de mis asignaturas pendientes cuando vaya por Bcn.
Un saludo.
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