Dicen que no hay dos sin tres.

Una pequeña exigencia que se desmarca fuera de los restaurantes de menú que acogen a los que suben hacia Valdelinares. El pequeño desvío que supone merece la pena empezando por el pueblo lleno de encanto. Resulta una buena opción en la zona pero tampoco quisiera generar grandes expectativas. Se come bien, con platos de la zona basicamente, con cierto cuidado y de buenas raciones. Lo he encontrado igual que en mi anterior visita hará ya unos añitos, solo que con la sensación de haber crecido un poco.
Una comida con niños y más si son los tuyos hace que te centres en lo que se pueden comer y dejes de lado tus opciones. Aún así un vistazo rápido a la carta fué suficiente para querer aplacar el frío con unas olleta de la casa; ración en este caso justa para los amantes de la cuchara pero con caldo trabado y buen sabor. Sopa de cocido para el más peque y un entrecotte con sabor a brasa para el mayor, empieza a ser persona. La señora se me desvía con un emperador que es lo contrario a comerse unos callos en la playa, y yo me acuerdo de G-M y de los huevos trufados con jamón de los que ya me habló en los comentarios de su anterior valoración; generosísimo plato por el que se pueden jusitificar junto a la rayadura de trufa sus 16 €. bien es cierto que me resultó sentido de más, quizá por un jamón que cuando toca plancha puede salar. Calamares al centro (vuelve el tema niños) de rebozado tan perfecto que mucho me temo delate la bolsa de donde salen.
De beber, además de agua, un Borsao selección 2009, siempre rico y merecedor del cambio de copas solicitado, espero que aún las tengan mejores para las otras referencias leídas.
Postres caseros a excepción de los helados. Mousse de limón, flan y un yogur de oveja que ya recordaba de la otra vez pero que en este caso no esperaba que me lo violaran con la miel, ya estaré atento en mi próxima visita. Buen café final.
Servicio atento pero falto de chispa.

Recomendado por 2 usuarios
  1. #1

    G-M.

    Después del comentario que precede al tuyo, volví, como un mes después y... nada fue igual.
    Creo que la primera visita les pillé el día tonto, se debieron alinear todos los astros: huevos recién puestos, trufa en perfecto estado, jamón en su medida exacta de grosor y plancha, patata espectacular.... Como te digo, la segunda vez, pues bueno, estaba correcto, pero no tenía ese punto de la primera que me epató.
    Era más cercana a tu valoración que a la mía.

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