Clásico de la ciudad

Me ha sorprendido no encontrar ninguna ficha de este restaurante, pues es uno de los clásicos de la ciudad. Está situado un poco apartado del centro, en el paseo que comunica la playa del Milagro con la Arrabassada, por lo que es recomendable ir en coche. Ocupa una antigua villa, y amplía su comedor con una zona de jardín cerrada en invierno y abierta en verano. El fuerte es el producto de temporada, sobre todo los pescados. Comimos unos entrantes a base de foie mi-cuit y un plato excelente con almejas, gambas de Tarragona y langostinos en tempura. Los segundos ricos: merluza al horno, bacalo con muselina de ajo, rabo de buey, lubina a la sal, solomillo. Los posstres bien sin grandes novedades. Menaje muy correcto, lástima que las copas de agua (unas Riedel abombadas muy originales) sean mucho mejores que las de vino, bastante corrientes. El servicio del vino pues sencillito. Pan de un solo tipo, mejorable. Servicio correcto sin más. En resumen, un restaurante con producto de calidad, recetas clásicas, con muy poca rotación de los platos de la carta y que tiene clientes fieles en la ciudad. Precios acorde con la calidad de la materia, es decir altos. Perteneciente a los mismos dueños,al otro lado de la calle se halla Mas Roselló, donde por cierto se dejan los coches, que en invierno dispone de un bar tipo chill-out donde se está muy cómodo para tomar una buena copa.

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