Es imprescindible hacer una visita a Miguel y Herminia si estás por el Sur y aprecias la comida casera y de calidad. En un entorno acogedor y con el mejor trato, te ofrecerán una carta muy interesante con sugerencias nuevas cada día. De hecho, a partir de la segunda visita no tocarás la carta (ni la de vinos), ya que Miguel te recomendará lo mejor de de su casa. El precio está muy bien controlado, recibiendo platos elaborados con productos de primera, a precios razonables. En cuanto al vino, en pocos lugares encontraremos tal amplitud de miras: se atreven con todo, introduciendo referencias novedosas de todas las D.O. españolas, a un precio bajísimo (es posible que sólo le sume el servicio). En resumen, buena comida, buenos vinos, atención personal y familiar, entrantes y postres de escándalo y una factura ajustada.