Otro ejemplo más de que la necesidad genera virtud. zona rural en medio de

Otro ejemplo más de que la necesidad genera virtud. zona rural en medio de un polígono petroquímico, lugar pensable inicialmente de menus de garbanzos y poco más, y no.
menú elaborado, creativo y con cantidades razonables. genera varias sensaciones, por un lado ganas de aportar y de continar creciendo y "seguir rizando el rizo", pero también se nota el camino realizado y el orgullo "duro" que nace al pasar de "alucinados" (que es como debían ser vistos al inicio)a exitosos restauradores.
esto deriva en dos puntos. la cocina que sigue siendo elaborada y sorprendente, aunque prudente y sin llegar a "adriànadas" y el precio, que empieza a ser algo muy consistente, tanto en los manjares como sobretodo en los vinos donde un ribera pasa de 9 € en bodega origen a 22 € en carta (casualmente llevo diez años comprándolo), o en un blanco maderoso (belondrade y lurton) que es 3-4 euros (10-15%) más caro que en un restaurante de nivel en Sitges....
el lugar es bonito, rural pero muy cuidado, anarquico de distribución pero agradable.
el servicio es muy correcto aunque algo "guadianoso" a ratos exquisito, a ratos simple, a ratos retiro platos por donde toca a ratos por donde quiero...
el vino es tratado con ganas de prestigiar pero lo de los precios es muy exagerado y lo de mantener la carta con los precios en lápiz desmerece un poco...
otro lugar donde un precio más razonable (-10/15%) te haría saltar chispas de alegría, aunque de alg

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