Lunes noche. Prácticamente vacío, y creo que por ello personal algo

Lunes noche. Prácticamente vacío, y creo que por ello personal algo relajado y nada envarado, cosa que se agradece de vez en cuando. Eso sí: muy profesional, en el sentido de explicar bien la carta (cuyo diseño es nefasto porque atabala y confunde), recomendar platos, informarnos de problemas que habían tenido con el suministro (huelga de transportistas en Japón: de allí reciben algunas de las materias imposibles de encontrar aquí) con toda la franqueza y educación del mundo, trato con el cliente afable y más que adecuado, y servicio de la cerveza (no tomamos vino, pero es cierto: se agradece el "atrevimiento" de los blancos sobre los tintos, porque tiene lógica). A lo que vamos. Témpura muy, muy bien hecha (berenjena...mmmh). Sushi/sashimi: arroz casi perfecto, pescado de muy buena calidad (excepto el atún, pero aún así muy superior a lo que se encuentra estos días en la ciudad), elaboración más que adecuada con pequeñísimos fallos, y mucha variedad. Me quedé especialmente con el maki de huevas de pez volador y el sorprendente uramaki de piel de salmón. Wasabi potente pero sutil, como tiene que ser. Postre muy bueno (trufas de dos chocolates espolvoreadas con algo que no recuerdo pero que daba un curioso contraste de sabores). Cenando tres personas, mucha cantidad y ocho cervezas (todas de importación: especial mención para pequeña pero acertada selección y el precio, 2,65), 113 (38/cabeza). Sí, volveremos, ¡sin duda!

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