Poco que añadir a las descripciones del local, totalmente de acuerdo, amplio, bien acondicionado, con vistas inmejorables y una bodega que da mucha envidia.
Las cartas,tanto de vinos como de platos, deliciosas, dan ganas de probarlo todo.
Tomamos dos vinos, muy bien servidos y en su punto de temperatura.
Aperitivos a cargo de la casa, crema de coliflor y caramelo de kikos relleno de guacamole.
De primeros, buñuelos de brandada de bacalao, cocochas de bacalao en tempura y ravioli de mariscon con patata y boletus, impresionante.
De plato pincipal, fideos melosos con marisco, para quitarse el sombrero.
Postres quesos y bizcocho de chocolate, con oloroso.
Copas, vasos y tazas de café, Riedel.
Cava de puros y amabilidad
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