No coincido en absoluto con el comentario anterior, seguramente tuvo más suerte que yo.
Estoy de acuerdo con la escasez de sitio entre las mesas, mi silla tocaba con la del que tenía detrás y con el precio elevado de los vinos, que es una tónica general de la isla de Ibiza, se triplican los precios en muchos casos.
Con respecto a la carta, escrita en una pizarra (les parecerá divertido), sin ningún interés para nosotros, ensaladas, pasta, carnes y pescado. Por no levantarnos y marcharnos del local tuvimos que elegir lo que menos nos disgustaba para cenar, una ensalada de judias verdes (14 euros) un bocado Rincón, que era una crep rellena de queso, cortada formando rollos y sumergida en bechamel (12 euros) un único segundo plato de bacalao (16 euros) dos cañas minúsculas (le calculo 12 cl, algo así como medio quinto) y un Sierra Cantabria cosecha que salió caliente y pedimos que nos enfriaran, con una funda del congelador. Lo curioso es que tienen cava de vinos pero con la puerta abierta, seguramente no funciona.
Lamento que la valoración del comentario anterior me hiciera ir confiado a este restaurante del que salí defraudado.
El trato del personal muy "amigable", el camarero que nos atendió, de la edad aproximada de mi hijo, nos decía "chicos ¿que tal va?"
Lamento el comentario pero salí cabreado, jamas este restaurante debió tener un 8'1, según mi opinión.