Entre los guisantes de la paella y las judías... ya le daré la vuelta a la muralla per si n'hi ha un forat.
Encontramos este restaurante (tipo mesón, como su nombre indica) en un antiguo caserón castellano junto a la célebre muralla.
Amplia sala, con mobiliario de madera, suelos de baldosa blanca y negra y austera decoración, pues como único elemento ornamental vislumbré unas cabezas y cornamentas de ciervo clavadas en las blancas paredes.
Honesta cocina tradicional abulense. Se trató de una comida de trabajo a la que asistimos un grupo bien nutrido, con el siguiente menú concertado:
• Patatas revolconas.
• Chorizo y lomo frito en tiras.
• Ensalada mixta.
• Paella.
• Judías del Barco.
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• Cochinillo.
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• Cuajada.
En términos generales, una buen almuerzo, aunque sin enamorar, destacando de manera positiva las patatas revolconas (patatas cocidas con pimiento verde y chorizo, machacadas con pimentón, sabrosísimas) y de manera negativa la paella, pasadísima y "de las de guisantes", que aún me estoy preguntando qué pintaba en ese racial menú castellano ¿¿??
Carta de vinos correcta, centrada en Rioja y Ribera. Nos sirvieron Protos, sin ningún cuidado.
Buen servicio, vivaracho y eficiente.
Entre los guisantes de la paella y las judías... ya le daré la vuelta a la muralla per si n'hi ha un forat.
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