En el centro de Igualada, una puerta muy discreta da paso a esta sorpresa

En el centro de Igualada, una puerta muy discreta da paso a esta sorpresa. Situado en el primer piso, un pequeño recibidor con un precioso armario de copas y varios recortes de prensa que informan que el propietario fue campeón de España de sumilleres en 1998. Comedor muy bonito, con suficiente separación entre mesas. Menaje acorde con el local. Atención del servicio fenomenal. Entrantes muy ricos: jamón, foie a la plancha, pan con tomate, gambas. Segundos de categoría, tanto en carnes (cohcinillo confitado) como en pescados (lenguado sobre coca). Postres muy elaborados. Carta de vinos completísima, tanto en nacionales como extranjeros, caldos tranquilos y espumosos. Asesoría muy acertada del sumiller. Sólo falla un poco en mi opinión el pan, suficientes variedades pero yo creo que precongelado. Para encontrar un restaurante excelente no hace falta ir a ninguna gran capital. Para mí éste lo es. Precios altos.

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