Mejor sin música

Cenamos seis personas, cuando conseguimos encontrarlo porque está muy mal señalizado. Pedimos calçots al centro, muy ricos. Luego, una amplia variedad de especialidades pues preferimos pedir dos entrantes cada uno que un solo plato para, así, poder probar más cosas.
Nos gustó todo lo que comimos, aunque las raciones están muy descompensadas. Unas son muy pequeñas (el canutillo de buey) y otras enormes (el bacalao o los chipirones). Bebimos Solo, de Aranleón. Excelente.
El precio tirando a caro, la verdad. El vino, no, el vino estaba ajustado de precio. Pero ya sabíamos que es un sitio que se paga.
¿Lo peor? Durante la cena teníamos en el salón contiguo un bautizo. Con música a un volumen de pub; rifas, cruces de comentarios de los invitados por una megafonía que evitaba cualquier atisbo de conversación. Varias veces pedimos que bajasen el volumen. Nos respondieron que era imposible.
Un sitio que cobra alrededor de cuarenta euros por comensal no puede estar en la indefinición entre restaurante y sala de banquetes, y convertir una cena exquisita en un ataque de nervios.

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