Buena comida.

La decoración del local me desconcierta un poco, por la alternancia de antiguo y moderno,yo creo que ganarían si hicieran una apuesta por uno de los dos estilos, pero es cuestión de gustos. Compartimos unos mejillones en salsa, unas sepietas muy pequeñas (no recuerdo su nombre en catalán) y unas gambitas rebozadas que se comen enteras (se llaman gambó en catalán); estaban los 3 riquísimos. De plato fuerte dos arroces: uno con galeras y otro con sepia y verduras. Para chuparse los dedos los dos. Postres originales (helado de chartreuse, de gin topnic,...)pero muy escasos y caros por la cantidad. Carta de vinos con representación importante de los vinos de las DD.OO. de la provincia de Tarragona, muy escasa de otras DD.OO. españolas y con interesante existencia de vinos alemanes. Consta la añada. El espacio entre las mesas es suficiente. Lástima que a pesar de ser las servilletas de buen hilo las mesas no tengan mantel, yendo el plato encima de un salvamanteles. No entiendo el motivo,, ya que el menaje y cristalería merecen algo mejor. La atención de los camareros es muy profesional y son gente muy competente a pesar de su juventud. La valoración global es tirando a muy buena, lástima esos detalles que a mi entender perjudican el conjunto. Me invitaron.

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