Recuerdo este restaurante con mucho cariño, hubo una época en la que era cliente del menú del dia dos o tres veces a la semana y ocasionalmente comia a la carta, recuerdo sus mesas y bancos corridos, al chef Antxon Arribillaga, que posteriormente abrió en un local de la calle La Granada el Lagunak y que por problemas personales lo traspasó a la malograda Mey Hoffman, el local actualmente continua con el nombre Hoffman. Recuerdo la barra de pintxos siempre llena, y la zona de restaurante también llena, después de pasar por allí varios restauradores, actualmente está bajo la tutela del grupo Sagardi, no sé si coincidió en un mal dia, pero la otrora barra de pintxos con varias filas de gente estuvo casi vacia durante todo el tiempo que duró la comida, en el restaurante una única mesa ocupada, la nuestra.
Nos sirvieron txistorra de aperitivo que en la cuenta aparece sin cargo, compartimos pimientos del piquillo rellenos de txangurro y anchoas a la bermeana que elaboraron en la mesa, justo una corta inmersión en el aceite hirviendo de la cazuela de barro con el ajo y la guindilla, anchoas fresquísimas, un plato sencillísimo y con un gran resultado final.
De segundo elegimos fuera de carta un rodaballo salvaje de la cercana lonja de la Barceloneta con un peso de 1,1 kg hecho a la donostiara con refrito de vinagre de manzana, ajo y guindilla, nos fué presentado entero en la mesa y desespinado troceado en la misma mesa.
Pan artesano de buena calidad.
Una caña de cerveza para el aperitivo y un Txacoli de Getaria bien escanciado y pendiente del relleno de las copas.
No tomamos postres, cuatro cafés, un chupito de orujo y una copa de patxaran con hielo.
Servicio atento, aunque cuando terminó el servicio de la mesa se despidió y marchó, teniendo que pedir los segundos cafés y la cuenta al camarero de la barra de pintxos. Realmente le costaba mucho estar 15 minutos más??
Tenía pendiente para la pasada semana otro vasco, pero por casualidades de la vida, fui a parar a este otro. Se trata del Euskal Etxea, englobado dentro del centro cultural de la calle Montcada que cuenta también con un Txoko privado y salas para diferentes actividades, aunque independientes del restaurante. Es un lugar que por sus actividades e ideología, siempre me ha caído simpático.
Se trata de un lugar simple, con materias primas de calidad y que posiblemente tenga la pega de que debido a su ubicación, pueda en ciertos momentos quedó invadido por el turismo de la zona (Museo Piacasso, St Maria de Mar....).
El restaurante, ofrece la distribución típica de estos lugares. Con una barra bien ambientada y llena de "pinchos" y más al interior, un restaurante muy cuidado. La carta no es demasiado larga y los precios a pesar de no parecer económicos de entrada, si hacemos un estudio de la RQP, vemos que ésta es correcta.
Compartimos una ensalada de jamóon de pato y un plato de txistorra.
También un entrecot de buey de excelente calidad y muy bien madurado que se deshacía en la boca y un costillar de cerdo, del que probé un poco y estaba delicioso. De hecho la hubiera elegido, pero el mal recuerdo de la noche posterior que pasé después de comer uno equivalente (también delicioso), hace un par de meses, me hizo tirar atrás en el momento de decidir.
Y unos postres a base de manzana, tipo tatin que estaban buenos.
El vino fue un "El de Debajo la Escalera". Un Rioja, que sabéis no son nunca mi primera elección, pero allí las alternativas de vino iban en esta dirección. Y lo disculpo teniendo en cuenta el carácter "regional" del lugar.
En resumen ... un lugar que me gustó, con comida clásica y que se queda en la sección de "posible volver".
Ricard Sampere
www.restaurantscat.cat
Restaurante y centro cultural vasco en Barcelona. Auténtica cocina vasca. Platos generosos y bien elaborados. Quizás mejorables en la presentación. Lo mismo que la decoración del local. En general buena materia prima y elaboración, sin prestar demasiada atención al marketing. El vino es cuidado, auqnue falto de refrencias y el precio resulta elevado: Rioja crianza 2003 a 18 euros (x3). Recomendable el Txangurro y las kokotxas de bacalao. Gustó y volveremos seguro.
Restaurante de cocina donostiarra, en la entrada hay una barra con los tipicos montaditos, el restaurante está al fondo del local. Buena materia prima y elaboración. Relación calidad precio buena. El local en sí falla un poco pues es alargado, y un poco incómodo, en cuanto al vino, carta justa, con pocas referencias. En cuanto al precio, está sobre los 40-45 euros p.p.