Voy a dejar a un lado la calidad de la carne, que se da por supuesta, y me voy a centrar en todo lo demas. He oido a varios restauradores comentar que su objetivo es hacer 'felices' a los clientes. Entendámoslo, se trata de que al salir del restaurante, los comensales lleven una sonrisa de oreja a oreja. Hay sitios donde consiguen que esto sea parte habitual del servicio. Pero, este no es el caso. Y debería serlo por el nivel de precios en el que se mueven. Es mas uno tiene la sensación de ser cliente de segunda categoría, porque mientras el dueño va saludando a 'los habituales' a ti te ignoran completamente, te sirven un solomillo fileteado (¿quien come el solomillo fileteado?), con unas patatas fritas echadas sobre el plato como si se tratara de un menú infantil, te manchan el abrigo y tienes que suplicar que te traigan el cebralín... y como estos una serie de pequeños detalles que están fuera de lugar en un restaurante de esta fama.. y de estos precios.
Mención a parte la cubertería y la vajilla de hace quince años y la decoración absurda.
Yo por mi parte no voy a volver, ni voy a recomendar a nadie que vaya.