Local emplazado en el Palacio Coburg, bonito edificio del s.XIX en el centro de Viena, compartiendo espacio con un Bistrot y un Hotel-Residencia. Es un restaurante de lujo, con un servicio impecable, vajilla, copas y cubertería al nivel. Si embargo hay algunos detalles sorprendentes: no tienen aire acondicionado y hubimos de comer en la terraza, preciosa pero con una chicharrina,...La comida no deslumbra en absoluto, lo cual no es raro porque la cocina austriaca no me parece nada especial. Carta corta centrada en ensaladas, carnes (poco cuidado con los puntos) y pescados (ídem). Todo lo anterior carece de importancia al ver la carta de vinos, ABSOLUTAMENTE IMPRESIONANTE, y que merece por sí sola la visita. Más de 2.800 referencias de todo el mundo. Según el maitre-sumiller es la segunda del mundo en importancia. La posterior visita a la bodega acabó por dejarme en éxtasis. Ampliaré en otro lugar. Si vais a Viena no dejéis de ir. Supongo en invierno o con tiempo más fresco mejorará.
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