Rodar y rodar casi 900 kms. desde Catalunya solo puede ser compensado cuando uno se encuentra con lugares como este.
En una decoración bien "calida" encontramos un verdadero oasis en medio de todo el horror que suponen las calles de esa bella ciudad en verano.(Algo asi como Playa de Aro o Benidorm con tiendas de "vacas" y recuerdos de Covadonga).
Las chicas que nos atendieron "se pasaron" de amabilidad y nos hicieron sentir bien agradable. Relación calidad/precio altamente positiva. Comida excelente, creativa y con un toque de "nueva cocina" pero sin los defectos de esta. Correcta carta de vinos y un anfitrion Celso (creo que asi se llama) que se nos presentó con toda su humanidad y nos inicio en detalles sobre la sidra y la zona bien valiosos para nosotros (profanos en esa Asturias "religiosa"

Peculiar nombre para un restaurante que hace honor al mismo, mediante una cuidada decoración, hasta aquí los aspectos positivos. El servicio es de juzgado de guardia, con sólo seis mesas, pertenence a esa clase de categoria de restaurantes en los que lo unico que te traen rapido es la cuenta. Algún libro de vino en los estantes, que unicamente sirve para este sea maltratado, carta con una variedad correcta y copas normales, (aunque si pido vino y agua espero, si ya se que soy exigente, que me pongan dos copas), botellas excpuestas en vitrinas, temperatura de servicio inadecuada. La comida normal, aunque cunado esperas 45´entre plato y plato sabe mejor, el hambre siempre es un buen condimento.