Una maravilla y en época de setas...

Gracias a nuestro amigo Catachán pudimos disfrutar de una magnífica velada en este restaurante, donde Josep María no dejó de estar pendiente de nosotros para que todo fuera de maravilla. El restaurante es pequeño, acogedor, con una decoración muy atractiva y cálida, un sitio para pasar una auténtica velada romántica con tu pareja o de disfrute con más personas.

El menú pues fue un menú degustación a base de setas, un total de 9 magníficos platos a cual más impresionante, el nivel fue increscendo, comenzando con unos rovellones, lentejas pardinas y verduras, luego la croqueta de boletus. En las entradas me llamó la atención la sopa de fredolics con buey de mar, por el concepto. En los segundos ambos fueron impresionantes, tanto el pescado con trompetas de la muerte y puré de brócoli con puntillitas y gengibre y por otro lado la patata rellena de butifarra con salsa (sublime).

Los postres, dos, geniales, una maravilla de lo que se puede hacer con las setas, es como si hubiera descubierto otro mundo.

El servicio muy profesional, magnífica carta de vinos.

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