Como apuntan comentarios anteriores buena casa de comidas con raíces cántabras.
Local de reducidas dimensiones, manteles a cuadros, coperío de batalla.
Cocochas, chipirones en cazuelita, cocido lebaniego, lechazo y los consabidos garbanzos con bogavante.
Quince amigos con excelente saque; tras los comentarios optamos por los garbanzos, muy buenos y abundantes; hubo quien se metió entre pecho y espalda hasta tres platos.
Muy recomendable.
RCP justa.
Nos hemos animado a probar este restaurante inducidos por los comentarios sobre el mismo.
Debo decir que no nos han vendido humo. Compartimos la descripciòn que se hace sobre el local y el tipo de servicio que allì se dispensa. Es una necesaria casa de comidas entre tanto local de moda y espumas por doquier. Hemos tomado los garbanzos con bogavante, y la verdad, no ha sobrado ni uno, y el pulpo y los chipirones tampoco se han quedado atràs. Con este calor y el tipo de comida no hemos tomado vino. Cuando pides un cava, y no hay donde elegir, si no eres muy exigente, un Carlota Suría no te destroza la comida. Hacen un esfuerzo grande en agradarte, y lo consiguen. La pròxima vez probaremos el lechazo, o merluza de pincho, insisten en que son fantasticos, y no lo dudo, si el producto viene de donde te cuentan, lleva hoja de instrucciones incluìda.
La relaciòn calidad precio es el broche final que merece la pròxima visita.
Fantastica comida casera,de esas que recuerdas durante horas.
Para empezar unas tapitas de huevos rellenos,pimientos de piquillo,super anchoas caseras y un pulpo de matricula.
luego unos garbanzos con bogavante,expectaculares
los postres algo mas flojo
Servicio de vino regular,copas normales y carta practicamente inexistente.
Trato tanto por parte de Javier como de Mercedes,muy de estar por casa
Para repetir
Un local que no llama la atención, uno de tantos, pasa desapercibido, parece un bar de barrio pero...¡Ay amigo, qué sorpresa!
"Taberna-marisquería" pone en la tarjeta. Yo pondría "Casa de Comidas", pero Comidas con mayúscula, comidas de las de las abuelas cántabras del interior (o palentinas del norte): fuego lento, muy lento, chup-chup...chup-chup, salsas trabadas, ligadas, platos contundentes, sólidos, honestos. Tradición, tradición de la buena por todos los lados.
Materias primas de primer orden, elegidas y buscadas.
Javier, el propietario, te ofrece un agradable trato familiar y su esposa y cocinera, Mercedes, te deleita con esos garbanzos con bogavante, esos chipirones en cazuela de barro, esas cocochas también en cazuela de barro...y con qué salsas: el paraíso de las salsas.
¡Ojo! Hay que encargarlo y pero si te gustá la cocina tradicional cántabra del interior, norteña en general, no encontrarás otro sitio mejor en Valencia donde poder degustar los mencionados garbanzos con bogavante, marmitako, cocido montañés, cocido liebaniego, fabes con almejas, fabada asturiana, callos, lechazo...
Un placer.
Local acogedor sin grandes pretensiones,con un trato muy familiar,donde comerse unos garbanzos con bogavante o un chuleton es un aexperiencia fantastica,materia prima muy bien tratada.Puedes tomarte unos vinos a una temperatura adecuada,no hay copas riedel ni vajilla expectacular pero se come francamente bien.