Bueno, caro y rancio.

Visita a este restaurante-hotel. Buen local, buenas instalaciones, separación amplia de mesas.

Tomamos un menú degustación.

Aperitivos de una crema de setas (muy buena)y mousse de berenjena (muy bueno), pero todo de la misma textura.

Luego unos buñuelos de bacalao que no considero a la altura en ese menú, estaban buenos sin más. Almejas, muy buen producto, buenas.

Setas (níscalos) con panceta (muy buen producto), y luego chipirones con crujiente de pies de cerdo (para mí el mejor plato).

Por último, nidos de lenguado con jabugo (ni fú ni fá), me dejó frio. El acompañante comió costillas de cordero a la mostaza (buenas).

De postre, un coulant de chocolate y tres texturas de naranja con mousse de chocolate. El coulant muy bueno, las texturas bien sin más.

Para beber, un Ribera del Duero Conde de San Cristobal.

Variedad de panes, aceitunas, cebolla, chapata, normal, cereales...

Servicio atento pero muy empalagoso. Servicio constante del vino y el agua.

Dos cafés y petit fours (buenos).

Muy poca gente, la poca clientela de más de 70 años.

En general, buena cocina, pero el local-servicio-clientela destila un toque arcaico, rancio, de esos restaurantes que ya van la gente que quieren que le llamen por su nombre sin importale mucho la factura. El maitre también es un poco especial, si no eres cliente habitual como que parece que no te ubica muy bien.

La factura, para mí elevada. 92 euros por persona. Volvería sin pagar yo, la verdad. Y a esos precios, hay lugares mucho mejores a mi entender.

Por cierto, aunque el comentario anterior es de hace 2 años, dudo que se pueda comer allí por 45 euros. Creo que ningún primero baja de 20 euros, ningún segundo de 25 y los postres precio único de 12 euros.