Experiencia y consistencia

Muchos años de buen hacer y dedicación permiten a Andra Mari ofrecer una cocina sintetizada en su menú degustación, donde lo tradicional, el producto, fidelidad a la tierra, alta cocina, y perspectivas culinarias de futuro, parecen fundirse a la perfección.
El restaurante es un caserio vasco tradicional, con unas vistas excelentes, algo anticuado como la vajilla, pero magnífico. Buen servicio, profesional, sin aprendices, pendiente del cliente, aq tb es cierto que solo estabamos dos mesas. Cocina excelente, puntos de cocción casi perfectos, manteniendo sabores básicos, contrastes de texturas magistrales, que animan a seguir comiendo, disfrutando y descubriendo. Destacaría las almejas sobre algas y emulsión de aceite, un mar en texturas distintas. Maravillosa merluza con tirabeques o las habitas con guisantes guisados con papada, portentosas, con cociones separadas y tan ricas....Postres algo pobres, por debajo del resto del menú. ^Por cierto excelente RCP. Carta de vinos mejorable, algo cara con algunos vinos, pero suficiente.

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