Excelnte entorno, cocina discreta.

Situado cerca del monumento del Arco de Bara en la carretera nacional de Tarragona, se encuentra este restaurante muy conocido en la zona, ideal para ir con niños por la zona infantil que tienen. Tienen un parking para 30 plazas. Cuenta con un bonito comedor privado y la decoración y el entorno son magníficas. El servicio es atento y eficaz. La carta de vinos es demasiado clásica, con multitud de referencias de la Rioja todas del mismo corte: clásica. Faltan referencias de vino blanco, para un lugar donde los pescados tienen el mismo protagonismo que la carne. Precios tienda por 2,2. Las copas del vino las tienes que pedir. Las mesas son espaciosas y con buena separación entre ellas.
La cocina es corriente, sin alardes, el bacalao de muy variadas formas pero ninguna de las que probamos nos impactó. El resto de platos tampoco.

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