Comimos bien, pero tambien lo pagamos. Fue un Domingo de Mayo, y parecía que no se había previsto que el restaurante estaría lleno en un Domingo soleado: el servicio fue extremadamente lento. Eso sí, atento y familar. Arroz con bogavante bien preparado y fideua de muy buen sabor, aunque excesivamente caldosa, pero esto es cuestión de gustos. Postres caseros bien elaborados, y también se pagan.

Carta de vino correcta para un restaurante de paseo marítimo, pero resulta imperdonable que se sirva un vino de 40 euros en una copa duralex rallada, entendible despues de sus 10 años de servicio.

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