Destacaría la excelente relación calidad/precio que invita a regresar. El

Destacaría la excelente relación calidad/precio que invita a regresar. El local es una casa de pueblo con 9 mesas, sala pequeñita. Las paredes estan llenas de cuadros ; la música muy acertada, jazz, y baja permitiendo la conversación sin molestar. Buenas copas y mantelería, iluminación neutra y una velita en la mesa. El servicio lo realizó una chica, atenta, discreta y sirviendo con agilidad. La carta es un menú único de 32 €+IVA+bebidas. El menú a escojer entre siete entrantes, siete segundos y postres. Carta reducida y controlada perfectamente que se cambia cada temporada. La carta de vinos me pareció también muy buena, no siendo extensísima, permite una buena lectura con referencias a las diferentes DO catalanas y españolas y unos precios perfectamente asumibles (nosotros tomamos un Nita de DO Priorat por 20 €). La comida nos gustó, la disfrutamos, sobretodo las salsas, perfectas en su elaboración, aunque quizás alguna combinación de sabores no nos acabó de convencer, sobretodo en los postres. Nos gustó la pasta fresca con setas que tomó mi mujer como entrante; y la oca que degusté yo como segundo. Los postres, aunque buenos y elaborados, podrían mejorar en cuanto a maridaje de sabores. No nos convenció el biscuit glacé con gelée de cereza y salsa de cítricos, con unos contrastes ácidos muy acentuados para nuestro gusto; y la mousse que yo tomé tampoco era sorprendente.Es de esos restaurantes que no me estrañaría que acabaran disfrutando de su primera estrella.

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