Parece mentira que nadie haya comentado nada de este hallazco en pleno

Parece mentira que nadie haya comentado nada de este hallazco en pleno Empordà. Restaurante pequeño, acojedor, con música de jazz buenísima y unos cuadros que quitan el hipo. La carta es corta pero con productos muy escogidos (cambian la carta cada temporada), platos nada recargados, se aprecia cada sabor y se nota su frescura. La carta de vinos es muy extensa, buen sevicio y copas Spiguelau.
El servicio súper cálido, parece que estas en casa de lo amables que son.Es restaurante familiar y se nota.Lo recomiendo a todo el mundo y yo volveré en cuanto pueda.

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