Magnífico restaurante donde nada desentona.

Situado en la Rambla de Egara, en el interior del Museo de mayor prestigio de la ciudad se encuentra este restauraante ubicado en un segundo piso del mencionado museo. En verano la terraza da un valor añadido único en la zona, ya que posee una magnífica vista a la ciudad y sobre todo a parte del museo, no hay que explicar más, mejor verlo. En cuanto al propio restaurante quizá el comedor interior sea algo falto de calidez, que intentan evitar con velas y lámparas individuales en las cenas. Las mesas espaciosas y con buena separación. La carta es amplia y con una prouesta muy diversa. La cocina es mediterránea con platos muy elaborados, al igual que los postres donde la RCP es extraordinaria. La carta de vinos es de nivel con más de 70 referencias a la cual van añadiendo nuevas de forma constante. Precios ajustados de estos. Además existe la posibilidad del vino a copas, cosa poco común en la zona. Se nota que el propietario es una gran amante de los vinos.
En cuanto al servicio, este es atento y muy profesional y es otro valor añadido al restaurante, el cual frecuento a menudo.
En resumen, en la zona es un "tiro fijo" por el alto nivel del cómputo general del local.

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