Donde la comida es un deleite.

Nos pillo un poquito de paso y decimos parar a comer sin hacer grandes excesos pues por la noche teníamos un compromiso y no nos daba el estómago para tanto. Decidimos pedir deprimero: Ostras, pulpitos y gambas; para segundo: Merluza, Atún y solomillo. Al empezar nos sirvieron una crema de calabacín muy buena, después seguimos con el resto y hemos de decir que casi todos los platos estaban sublimes, nos quedamos gratamente sorprendidos con unos sabores tan especiales que en todo momento no dabamos crédito a los excelentes comentarios que manteniamos, hay que probarlo para creerlo; para beber pedimos unas cervecitas, un chacolí, una copita de tinto, cafes y orujos. Postre no pedimos por lo ya dicho. El restaurante rústico en todos sus apartados y emclavado en un barrio-anejo muy bonito, con unos prados en la base del Amboto con unas vistas espectaculares, ya quisieran Heidi y Pedro un lugar como este. Resumiendo diremos que uno de los restaurantes más sorprendentes que hemos visitado últimamente.

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