Obsesion por la calidad

Hacia ya tiempo que tenia ganas de visitar este restaurante, y con muchas ilusiones llegamos el sabado 13 a cenar un menu confeccionado para la ocasion.
Ya sentados en una mesa lo suficientemente espaciosa y bien equipada, encontramos un equipo muy bien coordinado con la atenta supervision de Pepe, me llamo la atencion con la ilusion que se trabaja, las ganas de agradar en todos los sentidos.
Puesto que cenamos de menu no pudimos ver la carta, pero si pegamos un vistazo a la carta de vinos, esta es muy nutrida y con referencias de todos los lugares, pero ese dia confiamos en la experiencia de Pepe Ferrer, que para la ocasion nos sirvio un Domaine la Milliere-Vielles Vignes.
Mientras esperabamos los platos tomamos una copa de Reventos i Blanc de Nit, buen comienzo.
El menu comenzo con un blodimeri, personalizado por la casa que estuvo de maravilla, con un toque de vodka muy fresco.
A continuacion en una pizarra sacaron raviolo con espinacas y tartar de salmon, tambien muy acertado, seguido vino un tomate raff para negra con ventresca de bonito, impresionante lo bueno que estaba ese tomate, por no hablar de las croquetas de bacalao que le predecian, ya habia oido hablar de ellas en verema, pero no me imaginaba que estuvieran tan buenas, se nos hizo corto el plato.
A todo esto siempre tuvimos en la mesa un plato con tomate rallado y sal, que con una chorro de aceite de oliva virgen extra Masia el Altet y pan, lo devoramos.
A continuacion vino un suquet de lubina salvaje, que aunque la lubina quedo una poco seca, al desmenuzarla con el suquet quedo bastante buena, despues vino el mordisco de solomillo con habitas de la huerta, muy tierno y jugoso, y las habitas geniales.
Para el postre nos trajeron una mini tarta llamada 1,2,3 chocolate.....es.Que estaba compuesta por tres texturas diferentes de chocolate, y alrededor del plato virutas de almendra garrapiñada, que para un amante del chotolate como yo....para que voy a decir nada.Pero aqui empezo de nuevo el repertorio de Pepe, poniendonos a prueba con vinos dulces, no nos dijo que era, pero forzando un poco la situacion (pues ya estaba el Domaine la Milliere-Vielles Vignes temblando), adivinamos una copa de Tokaji y un Oporto.
Despues vinieron los cafes y petit fours, el cafe bien echo y los petits eran un chupito con una textura como de algodon de azucar y una nuez garrapiñada, acompañado tambien por otro licor, que en este caso adivine (o eso creo) era un PX.

La experiencia fue de los mas gratificante, un placer, y todo ello con un precio realmente bueno, como dije al principio la calidad que se sirve en este restaurante lleva a rozar la obsesion por buscar siempre el mejor producto, aunque esto lleve a elaborarlo uno mismo en su propio huerto.

Un millon de gracias.

Precio del menu 33 €.

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