Cuanto más lo visitas, más a gusto estás.

Segunda visita en pocos días. La pequeña sala resulta cada vez más acogedora, como en casa. Más aún cuando el trato recibido es excelente. La chica de sala, Alex (no está todos los días), demuestra inquietud y buen conocimiento de cocina, atenta y servicial, y lo suma a grandes dosis de simpatía que te hacen sentir aún más cómodo y disfrutar más de la comida. En esta ocasión elegimos menú, con aperitivo de gazpacho (muy rico), primer entrante de alcachofas con tallarines de sepia (muy sabrosos y jugosos), segundo entrante de ensalada de picantón (con un toque adecuado de vinagre que la hace ideal para estas fechas), y para finalizar arroz meloso con setas y codorniz. De postre tarta de queso y otra de chocolate casera. La cantidad de cada plato es muy generosa (quizá un poco menos de cantidad en los entrantes haría que se consiguiera un mayor disfrute, sin llegar a llenarse en exceso). El arroz muy bien de textura y sabor, aunque me gustó más el de cigalas.
En la sobremesa café y copa. Y cuando te traen la cuenta... todo esto por menos de 30 euros por persona. Como resumen, creo que es un lugar para visitar a menudo y encontrarte muy a gusto, bien tratado y satisfecho. Ah!, han cambiado las copas de vino (imitación Spiegelau), que permiten disfrutar del vino adecuadamente.

Como "pero", insistir en que la carta de vinos es muy escueta. Creo que con el doble de referencias sería ideal para el tamaño del restaurante.

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