Comer en carretera a veces es un suplicio porque se trata más de alimentarse que de disfrutar dela comida, pero hay excepciones y éste es el caso. Además dispone de hotel y espacios de recreo, jardines, tienda, piscina cubierta, etc..

Es un área de servicio, pero de buen servicio, desde la gasolinera hasta un hotel ("Las Casitas") a modo de chaletitos adosados, pasando por el restaurante. El local es amplio con mesas en la terraza al solete de invierno, una amplia barra frontal a la entrada con mesas a su alrededor y, a la izquierda y bajo una gran cúpula, un amplio comedor de estilo castellano casi circular, muy luminoso por las cristaleras que lo cierran, con amplios espacios entre comensales, mesas y sillas (madera y nea) anchas y cómodas, con mantel y servilletas de tela, sobremantel individual (tipo ganchillo), buenas copas y vajilla y un servicio joven, eficiente y una salida de platos de cocina muy rápida como se precisa en estos sitios de carretera; tiene también algún comedor privado. Recuerda un comedor de la red de Paradores aunque con la cocina de un buen asador segoviano y dedicada al producto local de la tierra.

Cuenta además con una bodega excavada en la roca y que dispone de asador y espacios para catas y comidas. La carta de vinos no la vi por el tema de la conducción y nos limitamos, agua de Bezoya grande aparte, a un par de vermuts, blanco y rojo, traídos servidos desde la barra y que no supieron decirnos su nombre y nos parecieron poco destacables (supongo que Martinis).

La carta de comidas está alejada de cualquier área de carretera; aquí hay un menú de ruta (39€) con cordero asado; el resto de la carta contiene platos de una cocina castellana, de zona de caza y platos de cuchara. Nos decantamos por no reservar el cordero (previsto para el día siguiente) y vamos por la carta con primero y segundo saltándonos la tentación del postre porque a la noche tenemos pizzas caseras horneadas en horno de leña en nuestro destino:

. sopa castellana con chorizo: servida en perol de barra en ración para doblar plato y algo más. Muy buena de sabor, completa de elementos (huevo, pan, chorizo..). Recomendada y recomendable.

. judiones de La Granja con matanza: también plato de cuchara de la zona, servido en perol de barro con amplísima ración de unos judiones de buen tamaño, tersos pero blandos en su interior, buen sabor de fondop y buenos tropezones. Recomendable.

. alcachofas confitadas con mi cuit de pato: cuatro enormes alcachofas confitadas y bien preparadas con lascas de un mi cuit sabroso. Muy bien.

. pintada en salsa con pasas, manzana y almendras: aunque la estética es mejorable, el sabor era magnífico; la carne tierna jugosa por la salsa bien reducida, media pintada que se traduce en una muy amplia ración y coronado el plato por unas patatas fritas caseras. Sobresaliente.

. licor de manzana de la casa: manzanas cortadas y maceradas en orujo con mucha presencia de canela (en sabor casi no se nota la canela) que me recuerda la sidra sin gas. Muy personal y distinto. Más que bien por cortesía de la casa.

Rematamos con un café con Baileys y otro con ron quemado. Aquí la ración de cafés fueron excesivas ya que era unos cafés americanos (largo no, lo siguiente) a los que no estamos acostumbrados y que debimos pedir como café expreso o café corto cada vez que entramos en Castilla. De sabor bien y de destilado mejor.

Nos sorprendieron con una factura en toda regla y a colores.