De camino por la carretera A6 (dirección La Coruña) y a la altura de Las Rozas es un buen momento, una vez pasado Madrid, para cumplir con la necesidad física de comer sin morir en el intento. Tampoco interesa perder más de una hora ni alejarse demasiado de la autovía. Todo ello lo cumple este local, situado en paralelo a la autovía en una solitaria calle transversal que permite además un fácil aparcamiento.

El local tiene aspecto de restaurante clásico de hace años con decoración castellana. A la entrada a la izquierda una barra y frontal un corto pasillo que lleva a un comedor a la derecha bastante longitudinal con mesas a ambos lados de un habilitado pasillo de servicio a veces interrumpido por alguna mesa central si es que los laterales lo permiten. El servicio amable y eficiente debe cobrar varios quinquenios y los clientes suelen ser también desde hace lustros por las edades y tratos con el persona de sala.

Mesas con mantel, copas básicas, cubertería y vajilla clásicas; sillas cómodas y mesas suficientemente amplias y separadas. Comedor lleno con mesas de grupos mayoritariamente.

Carta de comidas con bastantes opciones de entrantes y principales; hay una pequeña carta de postres y un menú del día (18€) con 3 opciones de primero segundo y postre incluyendo bebida; hay además una opción de cocido madrileño completo que fue nuestra elección.

No vi carta de vinos por ir de carretera, así que nos limitamos a una botella de agua grande sin gas y un doble de cerveza bien tirada. Un buen pan y unas excelentes aceitunas gordal bien preparadas fueron un buen complemento al cocido que fue traído de cocina en un par de jarras individuales siendo un cocido completo y en ración más que abundante destacando el buen punto de cocción de todos los ingredientes, quizás la carne de ternera estaba algo más dura de lo deseable. Previamente un buen plato de fideos y un caldo de buen sabor.

Ojo a los postres que hay que dejar hueco para ellos. Caseros, bien preparados y muy muy buenos; tomamos:

. crepes con relleno de dulce de leche y salsa de naranja: el dulce de leche no estaba empalagoso y la acidez de la naranja hacen al postre más cítrico que dulce. Muy bien.

. strudel de manzana: bien horneado, crujiente, con compañía de helado de vainilla; amplia ración. Muy bien.

No hubo cafés ni los ofrecidos chupitos pues el tiempo apremiaba ya porque la parte final del servicio fue más lenta que el principio a pesar de que ya éramos casi los últimos en salir.