Un local que nunca pasarás por su puerta (está en una travesía escondida de Ángel Guimerá) y que no encuentras reseñas en los puntos habituales de información gastronómica pero que no ha escapado a las pesquisas de @Aloof. Además abre los lunes.

El local tiene dos entradas, una por la calle al bar con la barra a la derecha y unos pocos sitios; la entrada al restaurante es por el chaflán más visible y elegante, dando acceso a un comedor muy irregular con columna central incluida que solo permite una docena de mesas pero que al mismo tiempo reparte las estancias.

Las mesas son propias de bistrot francés, alguna tiene de base la estructura de una antigua máquina de coser, son pequeñas, bastante juntas, pero tiene una decoración que acoge, es luminoso y soleado con ventanales a la calle, plantas naturales en ventanas y paredes sin recargar. Sencillo pero con gusto. Buenas copas, vajilla variada, sin cambios de cubiertos en la comida.

Lo importante está en la cocina donde la chef Lorenza Alcántara, de raíces latinas, se afana en aportar creatividad a la elaboración y emplatado, y a fe que lo consigue. En la sala el servicio es bueno, amable y educado y una rapidez de salida de platos buena, al menos si vas pronto y el local aún no se ha llenado entre semana.

Dispone de un asombroso menú del día (laborables a medio día) a 13€ que merece la pena comer a menudo (por ejemplo un cous cous de verdura y un arroz de pollo y brocoli más tarta de chocolate y frutos rojos); por supuesto hay carta, corta carta, pero con buenas preparaciones; nosotros ya íbamos a tiro fijo al menú degustación en sus dos variables de 5 pases (35€) y 7 pases (55€) que tienen opción de maridaje (+15€+ 20€ respectivamente).

La carta de vinos es corta (pero hay 4 champagnes) con referencias modernas y poco habituales de ver en carta y alejados de solo Ribera y Rioja. El servicio consiste en mostrar el vino, descorche, dar a catar y primer servicio. Tomamos un cava: Pregadeu ancestral 2021 brut nature del Penedés, un monovarietal de xarel.lo de vino natural, que fue traído en muy buena temperatura y en cubitera colgada de la mesa; sencillo y fácil y acompañó bien la diversidad de platos.

Nos fuimos al menú largo y nos pusieron:

. croqueta de bacalao con huevas de trucha: aperitivo por cortesía de la casa, una croqueta crujiente por fuera hecha con harina de panko y cremosa por dentro. Muy buen comienzo.

. tartar de atún rojo del Mediterráneo con un gazpacho desestructurado: una preciosidad estética pero, lo importante, sabroso con diferentes texturas y temperaturas (el aceite se presenta en forma de helado). Excelente.

. pan bao de salmón ahumado con calabacín: creo que no hizo acto de presencia porque ni lo recuerdo ni lo anoté ni tengo foto.

. sepia con cama de patata y espuma de sobrasada: buena técnica y presentación; bien el sabor porque la espuma es de sobrasada picante y se va notando; la sepia un poco entera para mi gusto (¿o salió dura?).

. mi-cuit de foie con pan brioche (sustituyó a un steak tartar previsto): un taco de mi-cuit, sabroso, con una lámina superior caramelizada y, creo, que ciruela verde en mermelada y láminas almibaradas; acompaña un pan brioche con frutos rojos (formato coca de llanda) destacable. Muy bien.

. corvina ahumada con crema de chirivía: buen lomo con buen punto de fuego, piel crujiente y muy bien las verduras mini variadas y cada una en su punto, incluso alguna seta. Más que bien.

. solomillo con foie gras: sobre una salsa (¿de PX?) bien reducida y sal pimentada, un trozo de solomillo de vaca al punto de plancha con una pequeña presencia de escamas de sal y acompañan uvas (¿moscatel?) algo pasificadas; un pequeño aporte del foie gras para cambiar texturas y sabores. Muy bien.

. postre: hojaldre de chocolate negro y nutella casera de avellanas: también reforzado el sabor por unas pocas escamas de sal que, si te gusta el contraste, potencia mucho el sabor del chocolate; la nutella destacable sin excesos dulces y alguna avellana crujiente; ni excesivo ni demasiado ligero. Muy bien.

Las raciones son individuales y nada minimalista con lo que mi relación calidad+cantidad/precio es muy alta.

Unos cafés de remate y, por cortesía, unos chupitos de licor propio de hierbas de Picassent muy fácil de tomar y sin excesos de sensaciones alcohólicas.

Merece mucho la pena, a pesar de que creo que hubo un plato no presentado (espero confirmación de mi compañero de fatigas). Hay que hacer ésto más a menudo.