Siguiendo a los exploradores de Verema

Siguiendo a los exploradores de Verema (ver comentarios anteriores) elegimos este local para nuestra primera experiencia en este viaje a la bonita Córdoba. No comento mucho más del local ya bien descrito, sólo señalar el bonito espacio dedicado a plantas comestibles con las que se nutren y adornan los platos pues así lo vimos hacer; presume con motivo de una "cocina fresca y tradicional" y yo añadiría muy actualizada.

El chef, Adrián Caballero que, con buena herencia familiar, empezó en los fogones como hobby hasta formarse en sus inicios en la Escuela de Hostelería de Toledo (muy recomendable para comer allí) para viajar dentro y fuera de España por buenas cocinas para ir creciendo y dirigiendo cocinas de buenos hoteles hasta independizarse en este proyecto personal y llamado a éxito con sus conocimientos y su base de Bellas Artes y de jardinería que se reflejan en sus platos. 

La carta de vinos es suficientemente variada contando incluso con tintos de buen nivel. La carta de comidas tiene bastante variedad de platos para elegir aunque es muy tentadora la oferta de menús (mínimo 4 personas ya que se comparten entrantes y se elige principal) de 45-55-55-65€ con bebidas incluidas, cuando como nosotros vamos en un grupo con horario marcado.

Lo nuestro, menú "Santolina":

. salmorejo, lomito ibérico de bellota y helado de tomate: buenos productos de base , texturas y temperaturas diferentes... Muy bien.

. croqueta de jamón ibérico de bellota: nada aceitosa crujiente por fuera y cremosa por dentro con presencia de sabor de buen nivel. Más que bien.

. pez mantequilla con teriyaki y cogollos con kimchi: ingredientes de moda, bien resueltos. 

. noodles salteados con carabinero, coco, ajo frito y shichimi: un plato llamativo en el nombre y gustoso en el plato con notables contrastes y sabores. Sorprende para bien.

. merluza de pincho curada con guisantes y tirabeques: me la refieren como muy buena y la verdad es que la pinta y las lascas de merluza al partirla así lo parecían; se cocina a baja temperatura y se acompaña de los guisantes y su cremita y los tirabeques con una patata confitada con eneldo del jardín. 

. cochinillo ibérico confitado con mini patatas: un contundente lingote de cochinillo en su punto con piel crujiente que estaba sabroso y jugoso con las patatitas baby y una salsa a modo de salsa brava ligera; plato muy demandado desde siempre. Muy bien.

. postres: tarta de queso Tormentoso Calaberuela con frutos rojos: muy buen queso para una tarta muy cremosa. Torrija de coco, sorbete de mango y sopa dulce de curry rojo: sorprenden los ingredientes pero forman un conjunto notable donde todos están sin estorbarse. Sacándole jugo al limón: emblema de la casa y creo que no hay más posibilidades de limón (espuma, crema, helado, bizcocho y hojas) en un mismo postre; excelente y muy currado.

Acompañó un buen pan y regañás ya que algunos platos lo merecían.

Mención aparte merece el tema de las bebidas ya que incluye todo mientras estás comiendo, desde refrescos, cerveza, agua filtrada, los vinos (eso sí, los vinos de un mismo rango de precios básicos de la carta y que ellos te incluyen) y hasta el café; así que bebimos: Mirlo blanco un viognier de Sevilla que gustó y sorprendió por uva y por origen; la alternativa (o no) era Orot tinto de Toro para la contundencia de la carne; en espumoso Bocchoris brut nature un cava clásico y sencillo. El servicio no fue lo eficiente que debiera pues parecía racanear el rellenado de las copas aunque a la petición respondía bien.

Unos cafés finales, buenos, y casi sin sobremesa nos fuimos porque el horario ya apretaba.