Un local con nombre de pasodoble y con una historia detrás en su origen en Guadalajara tanto en cocina como en la empresa, digna de conocer por boca de Jesús, un maestro de la sala.
Jesús dirige y controla toda la sala manteniendo un trato amable, con la familiaridad justa desde la profesionalidad y experiencia sobrada; siempre pendiente de todo y buscando que el cliente, no solo coma bien, sino que además disfrute de su estancia.
Mesas bien vestidas, buenas copas y cubiertos; buena amplitud y separación. Platos de diseño sencillo pero acordes al servicio. Mucho camarero en la sala bien aleccionado (solo uno despistadillo, ¿en rodaje?). Buen cambio de cubiertos y copas.
Lleno completo con muchas mesas familiares. Decoración curiosa en ese fondo de pared con libros pegados y sobre ellos dibujada la figura de Amparito.
Hay carta de comidas con productos para empezar, entrantes y principales con 10-12 opciones de cada. Suficientes.
Hay dos menús: Al Gusto de 49€ para confeccionarlo al gusto con 3 entrantes en media ración a elegir y un segundo y postre también de libre elección de la carta general.
Por otro lado el Menú Degustación (62€) con 5 entrantes y un arroz o huevos, antes del principal y postre.
Hay un dato muy importante y es que se recomienda que todas, todas las opciones sean a mesa completa (por aquello de los tiempos de servicio), pero no es obligatorio. Ganas de que la gente elija y disfrute.
La carta de vinos, sin ser escueta sí que denota demasiado clasicismo. Editada con fotos de las etiquetas y precios al uso. Añadir alguna opción más de vinos de corte más moderno, estaría bien.
Nos decidimos por Waltraud 2012 de inicio tras una cerveza y aguas; para el final Contino reserva 2009 (41€).
Se nota que aquí lo importante es producto y cocina casera. Y se nota desde el aperitivo de cortesía de la casa: un torrezno casero y un pimiento de Padrón; toda una declaración de intenciones.
Un pan a elegir entre blanco y de centeno.
Seis para disfrutar y una vez decididos por el menú al gusto, buscamos algo de consenso.
Entrantes: en medias (o menos) raciones:
. tartar de atún: muy bien de sabor, bien troceado.
. huevos rotos con jamón y pimientos del gitano Muñiz: con un extra añadido de trufa negra rallada en la mesa.
. alubias pochas con arreglo suave de fabada: se nota que aquí en cocina están en su punto fuerte.
Otros optaron por la menestra natural de verduras y setas que también recibió aplausos.
Principal a elegir: aquí hubo más discrepancias en la elección:
. 3 al mero rustido a la bilbaina y luego al horno sobre tomate asado: gran producto, perfecto de punto; ración de tamaño medio
. 1 de cocochas de merluza al pil-pil: salsa excelente y buen producto.
. 1 pollo de corral en pepitoria (fuera de carta): puro sabor y guiso.
. 1 merluza ligeramente hervida en aceite y tostada en la plancha: referida como sabrosa.
A la pregunta de sí queriamos probar alguna cosa más, no pude resistirme (y recoger una compañía para el viaje) a probar otra opción recomendada de inicio y que con este planteamiento de cocina, tenía que ser de alto nivel:
. nuestros callos de siempre: muy buena materia prima, cocidos al punto meloso pero con tersura, caldo de chup-chup y punto picante medio alto. Una delicia.
Postres: también en buen nivel de referenciados el sorbete de pisco, la tarta Tatín y la torrija con helado de nuez. Lo comprobado:
. cremoso de chocolate Manjari (Madagascar) con helado de roibos sobre naranja especiada: buenos contrapuntos al chocolate negro.
Unos buenos cafés y un intento fallido de "cremaet" de Carlet (origen del pasodoble de Amparito Roca que ya sonaba en la música ambiental del local) y una larga sobremesa disfrutando de los comentarios con la promesa de Jesús de aprender a hacer esos "cremaets" in situ en su próximo viaje a Carlet si es que sobrevive al "terratremol" de la mascletá de este año en Valencia.