En plena carretera y con base en la antigua alqueria se ha formado un complejo de hotel y restaurante interesante. Hay 12 habitaciones (la mitad cuadruples) en un entorno rural y tranquilo, con piscina y un pequeño solarium con vistas al atardecer sobre la albufera. Hay transporte privado a la playa del Mareny.

La parte de restauración tiene como base sobre todo la terraza en verano muy agradable para cenas. Mesas sólidas de madera con sillas cómodas complementadas con otras mesas de terraza y unos sofás de descanso para una copa posterior.
mantel individual, copass y cubiertos correctos. Servicio que cumple bien.

Cinco para cenar. Descartada la amplia opción de arroces (incluso parar llevar) así como la pasta (recién llegados de Italia), optamos por compartirlo todo:
. ensalada Vilches: ensalada variada con gambitas, virutas de jamón, queso feta, cebolla y buen aliño de salsa tártara y ajo
. clotxinas al vapor: algo menos carnosas de lo que está siendo la temporada con un aliño de almendra y ajo corto de sabor.
. ensaladilla rusa (x2): buena y original presentación con tosta de pan crujiente tipo gran sandwich y la ensaladilla en el centro. La ensaladilla correcta.
. tallarines de sepia con espárragos trigueros saltedaos con salsa de ajo marcaddo y perejil: bien fileteada, bien aliñada, algo más corta la ración.
. calamar frito a la andaluza: un calamar de playa grande hecho entero con ligero rebozado asderezado con mahonesa amostazada y picadito d epiñones y bien presentado. Muy notable.
. centro de entrecotte de añojo(x2): al punto, troceado con alguna patata laminada al romero y unos pocos pimientos de Padrón. Bien.

Postres:
. crocantino de canela (x2): la misma versión de presentación de la ensaladilla rusa pero con helado de vainilla al centro y dulce de leche y tierra de galleta Oreo. Recomendable.
. brownie de chocolate: con crema inglesa, helado de leche merengada. Correcto.
Se quedó en el tintero una apetecible torrija de chocolate blanco con polvo de galletas y helado de turrón.
. un café más el ofrecimiento de unos chupitos por cortesía que no tomamos.

Para beber, aparte del agua sin gas poco fría por cierto, hay una carta de vinos que viene impresa como etiqueta de una botella magnum que hace de soporte de la carta. Aceptable variedad a elegir.
Tomamos un Enrique Mendoza blanco Chardonnay 2015 y un Brut Reserva Familiar de Juve Camps.
Previamente unas cervezas de entrada sin haber coca-cola zero ni light.

Un lugar agradable para las noches calurosas con casi todas las mesas de terraza llenas, que tiene más dificiles los meses de invierno. Pensando en restaurante de hotel y lugar de paso en carretera, la cena fue por encima de la media.