Lugar justo en la Plaza Santa Ana. Local sin lujos, camareros de toda la vida pero a pesar de todo trato brusco.

La comida no está mal, y más para el lugar donde estás (pleno Huertas).

Comimos unas alcachofas con jamón, una sopa castellana, un bacalao a la vizcaina y una dorada a la espalda. Todo correcto, sin más, lo más flojo las alcachofas.

De postres, natillas caseras.

Una botella pequeña de vino Coto de Imaz, y agua.

Precio de unos 32 euros por persona. En fin, un lugar más, pero con las opciones que hay, no repetiría.

Restaurante taberna típico, con carne de excepcional calidad, pedirla muy poco hecha y la acabáis de cocer en unos platos de arcilla ardiendo que ponen en el centro de la mesa.

Carta de vinos muy clásica, con precios comedidos.

Trato muy amable del personal.

Reservar, ya que por la noche siempre se llena, y no es demasiado grande.

El favorito de mis hijos en Madrid.