Thai

El Marriot Dénia es un complejo que aglutina diferentes ofertas de ocio para el cliente tales como un hotel de alto standing, un spa, campo de golf, salones para celebraciones, varios restaurantes… El pasado sábado decidimos acercarnos a cenar al restaurante Segària enterados de su oferta y enfoque thai con que ha reabierto hace poco.

El hotel en sí es ya de por sí muy bonito, cosa que se realza con la belleza del entorno: a los pies del parque natural del Montgó y rodeado por el campo de golf La Sella. El salón donde estuvimos recrea cierto estilo señorial/colonial muy de la casa Marriott: maderas nobles, artesonados trabajados en los techos, mesas bien vestidas, asientos tipo “silloncete” no demasiado cómodos para largas veladas… Sala bastante concurrida sobretodo, intuyo, por huéspedes del hotel y clientela extranjera “de paso” o de los que muchos que se han quedado a vivir aquí en nuestra comarca atrapados por la belleza y clima generoso de la misma. Servicio también con marcado estilo internacional, joven, con dominio de los idiomas.

La carta ofrece un menú degustación por 26’90 € (mínimo 2 pax), otro por 31’90 € (mínimo 4 pax) y la opción de elegir “a la carta” entre varias propuestas. Al tratarse de dos comensales, optamos por la primera opción.

- Crujientes Tailandeses con salsa chilli dulce: Se trata del típico “pan de gamba”, muy rico, eso sí, como recién hecho. Combinado con la salsita, realmente adictivo, sobretodo si, como en nuestro caso, se llega con hambre.

- Sopa ‘Tom Yum Gung’ con gambas: picante (ya lo advierte la carta). Predomina el sabor a cilantro y jengibre. Generosa la cantidad y volumen de las colas de gamba. Se agradece.

- Selección de nuestros entrantes Thai: ensalada, rollito de verduras (salsa agridulce), pincho de pollo (salsa saté) y croquetas (salsa de menta). Resultado dispar: bueno el rollito y la ensalada. Menos el pincho y las bolitas, claramente recalentados.

- Curry verde de pollo. Arroz Jasmine al vapor: muy rico. Otra vez con un punto elevado de picante que tal vez a otros comensales llegue a molestar, pero, en nuestro caso, nada de nada.

- Tallarines ‘Pad Thai’ con gambas y cacahuete: Buen plato también. De nuevo, no se escatima en las colas del marisco.

- Carpaccio de piña con sorbete de mango: Así, tal cual. Resulta muy refrescante después de una comida en la que ha habido algún que otro plato con un nivel de picante “exigente”. Ambos elementos combinan muy bien.

Carta de vinos escueta y a precios “de hotel” (altos, tirando a muy altos en algún caso). Hemos elegido un Marqués de Riscal Sauvignon Blanc que siempre se me hace agradable pero habiendo tenido que abonar 23’00€. Referencias ultra-clásicas (no llegan a un total de 20) y copas normalillas. Con todo ello puntúo el servicio del vino a la baja.

Acabamos la cena con unos agradables cafés. Presumo que en verano se cenará muy a gusto en la terraza que montan junto al salón.