Local un tanto “demodé” con una decoración ochentera que consta de una barra y un austero comedor separados por un biombo. Las mesas son pequeñas y están un tanto juntas, la verdad que estando en su interior retrocedes unas cuantas décadas. Su nuevo dueño tiene pensado ampliarlo y renovarlo un tanto, pues falta le hace. Sábado a mediodía y sala a medio gas, por lo que al menos estuvimos cómodos y sin agobios.

La cocina de este local se basa en un producto marino gallego de muy buena calidad y preparado como debe ser, sin restarle protagonismo. Después de tomar en barra unas cañas con una excelente tortilla de patatas, Ricky nos contó los productos del día tanto de pescados como de mariscos y finalmente nos decidimos por unos percebes (120€/kg) de buen calibre y perfectamente cocidos, dos nécoras (50 €/kg) fresquísimas y ya preparadas para su fácil degustación y un centollo de 1,75kg (60 €/kg) que resultó un auténtico festín. Había también buena gamba, ostras, rape, lenguados y un provocador virrey como otras opciones, además de distintos arroces por encargo pero con esto nos quedamos satisfechos. De postre filloas y tarta de Santiago para rematar la faena, las primeras caseras y la segunda la famosa de Ancano.
De vinos de momento poca historia, aquí se toma el Albariño cosechero de la casa sin etiqueta que gusta mucho a todo el mundo, aunque la intención es la de ir aumentando la oferta, pero como aquí nos dejan llevar vino pues aportamos un excelente Champagne Pierre Moncuit Cuvée Nicole Moncuit 2004 que redondeó la faena, un excelente Le Mesnil aunque todavía muy joven. Copas correctas y servicio amable y eficiente.

Nuestro buen amigo Ricky García (del restaurante Donde Ricky) ha pasado a regentar este local por jubilación de sus dueños originales, se trata de una marisquería con solera en el barrio de Prosperidad donde llevan casi 30 años, quedándose con la joya del local que son sus proveedores de pescado y marisco gallego, ambos de muy buena calidad. De momento no ha cambiado nada, pero tiene previsto ampliarlo y darle un lavado de cara, algo que indudablemente necesita, pero lo principal ya está hecho. Merece la pena sin duda acercarse para tomar un magnífico marisco sin un excesivo gasto, aunque obviamente lo bueno hay que pagarlo. Volveremos.