No parece haber cambiado la decoración desde el primer comentario. Nos colocaron en el comedor del altillo. Servicio atento y profesional. Mantelería de tela. Buen menaje. Solo nos ofrecieron el menú de 23 € (ahora cuesta 24 €), compuesto de 5 primeros a elegir, 5 segundos a elegir y 5 postres a elegir. Recetas mezcla de tradición y modernidad con presencia de productos de proximidad. Carta de vinos escueta y sin apenas variedad, con algunos precios casi de tienda. Servicio consistente en apertura, prueba y primer llenado.

Cena para cuatro. Empezamos con:

- Ensaladilla rusa con encurtidos y huevas de pez volador... Y hojas varias. Prefiero los colines. Buena.

- Arroz Brazal, variedad Maratelli, en risotto de setas y curado de vaca - Sabroso. Para mi gusto, le faltaba un minutito más de cocción.

- Canelones de tres carnes gratinados con bechamel y su jugo reducido - No son los que estamos habituados a comer en Catalunya, pero a mi hijo y a mí nos gustaron mucho.

De segundo:

- Bitokes de ternera pirenaica, patata rota y salsa de foie - Buenos filetes rusos con una salsa excesivamente suave para mi gusto.

- Ajoarriero de bacalao, coulis de morrón asado y picatostes "aliñaos" - Para mi señora, que quería algo ligerito.

- Tartar de trucha - Sugerencia del día. A mi hija le encantó.

- Carrilleras de cerdo estofadas al tinto del Somontano con cremoso de castañas y manzana - Por poner alguna pega, hubiese agradecido un pelín más de sal y de cremoso.

De postre:

- Tarta cremosa de tres quesos al horno con coulis de frutos rojos - Triunfó.

- Macedonia de frutas naturales de temporada - No la recuerdo, pero a mi mujer le pareció bien.

- Natilla de vainilla, velo de moscovado, garrapiñados y helado de yogur de Fonz - El velo, tipo burka, demasiado grueso y consistente. Costó cortarlo. No me acabó de convencer el helado con las natillas.

Buen pan, estupendo para mojar.

Para beber, el agua del menú y una botella de Recadero Terrers 2017 (25 €) en su cubitera.

Por 23 € (o 24 €), yo no pediría más.

Se cumplió el pronóstico de lluvia y tormenta en el norte de la provincia de Huesca por lo que, en un intento de encontrar un rayito de sol, pusimos rumbo al sur haciendo parada y fonda en la capital. No estaba prevista su visita sobre la ruta inicial pero resultó un acierto y un placer callejear por ella.

Una ojeada por Verema para ver el comentario del compañero Nacho que nos guió cual estrella al portal donde comer. Situado en una tranquila plazuela sin encanto especial, aprovechamos que había alguna mesa en la terraza, de esas que ponen para que los fumadores que salen periódicamente del local a ejercer su condición puedan sentarse si lo desean, y preguntamos si nos podían preparar una de ellas. Sin pega alguna.

Buena pinta la del menú del día (16.5€) con vino, pan y agua incluido. Se puede elegir una opción de entre cinco para primeros, segundos y postres.

Mi elección fue la siguiente:

Tallarines a la Marinera con Esturión y Trucha de El Grado. Buen punto el de la pasta, bañada con una salsa de fondo marcado y abundantes tropezones del pescado. Rociado todo con un acertadamente discreto aceite de clorofila y presentado de forma impecable. Gracia.

Calamar Enrejao. Cuatro piezas de mediano calibre con lo que la ración va más allá de lo generoso. Pasado por la plancha, bien tierno, con los clásicos cortes por encima del cuerpo en forma de celdillas y que dan nombre al plato. Se acompañaba de un puré de zanahoria y una vinagreta con hortalizas frescas picaditas que intentaban aliviar lo monotonía que parecía ofrecer el cefalópodo. Contienda.

Yogur Natural de Sieso con su Mousse y Manzana al Vacío. Esperaba algo más sobre todo en su presentación dado el nivel de los platos previos en ese aspecto. Descompasado.

El vino que incluía el menú era Corona de Aragón 2014 D.O.P Cariñena a base de macabeo y chardonnay, fue correctamente servido y cumplía su papel.

Un correcto café solo para acabar.

Hambrebuena, que suele tener más ojo clínico que servidor, pidió una Ensalada de Rulo de Cabra con confitura de tomate y nueces de Binéfar como primero y un Chuletón de Cerdo de Teruel con pisto y cebolla caramelizada al vino como segundo. Terminó con una Tarta Aragonesa que se acompañaba de una espuma de cereales y helado de vainilla. Piqué un poquito de todo ello y ofrecía buen nivel en líneas generales.

En resumen, confección de menú en el que destaca un marcado guiño al producto autóctono lo cual siempre se agradece cuando andas de turista por estos mundos. La empresa transmite ganas de agradar y buenas intenciones al cliente, jugando con la carta de la honestidad con la que siempre se me conquista de manera facilona. Franqueza y cuidado en cocina que se demuestra en la elaboración de un menú al que se le notaba hechura y maneras.

¿Pero qué tiene Huesca ciudad para juntar tantos restaurantes buenos?. Imagino que un cliente exigente y entendido, al que le gusta comer y beber, así como unas cocinas de postín y tradición de las que salen muchos y buenos cocineros, si no no lo entiendo.
Llegaba la hora de comer y nos faltaban unos cuantos kms todavía, por lo que llamé a Pirineos para que me recomendara un sitio para comer, empresa algo complicada un domingo de agosto después de los San Lorenzos,...
Sin dudarlo ésta fue su opción. Viniendo de donde venía era difícil fallar pero,...no pensé que el acierto fuera tan completo.
Local céntrico pero en un entorno bastante feo, suerte que la decoración es agradable, comedor punto clásico y y prácticamente lleno.
Nos acogimos al menú de fin de semana (21.50€).
Mesas bien vestidas, tejidos de calidad, menaje y coperío al mismo nivel y vinos del menú de altura (elegimos un Enate).
De primeros: arroz cremoso de Monegros con cordero, berenjena rellena con queso de cabra y surtido de tomates con bonito en tataki.El arroz estaba sensacional, a pesar del calor que hacía y que no parece un plato ideal para agosto bien venido fue.
De segundos: pollo de corral guisado, chuleta de cerdo de Teruel a la brasa, jugosa y en su punto.
Los postres no se quedan atrás: macedonia, chocolate en texturas (todavía me estoy chupando los dedos), helado con sandía.
Presentación de los platos muy cuidada y en algún caso espectacular (esos tomates,...).
Buenos cafés.
Servicio profesional, les falta un punto de cercanía en mi opinión.
La verdad es que fue la 1ª comida de unos días de asueto y puso el listón demasiado alto, ninguna logró igualarla.
Lo dicho, Huesca capital es nivel, nivel y nivel.