Tras leer el comentario de Dani hace unos días sobre Le Presbytere y el post de Joan Thomas comentando ese invento de los “Bistrot de Pays”, tuve claro que a la primera oportunidad tenía que probarlo. No tenía ni idea de la existencia de esta “cadena de bistrots” y lo cierto es que la experiencia ha sido muy gratificante, por lo que pienso profundizar visitando otros restaurantes afiliados a la misma.
Poco que añadir a lo comentado por Dani, Le Presbytere sería lo que en el mundo hotelero llamarían un “Restaurant con Encanto”, y encantador es el propietario Léonard, un inglés que se esfuerza por hablar tanto castellano como catalán mientras cocina, sirve las mesas y te explica los diferentes vinos de la zona. Por lo visto cuenta con la ayuda de Caroline, pero han sido padres hace unos días y el bebé requiere toda la tención de su mamá.
La carta se compone de productos de temporada y de cercanía, una especie de Km. 0, y se presenta en una original Pizarra, de la que…
Pedimos:
Foundant. Le Presbytere de Calce
Vista. Le Presbytere de Calce
Atún. Le Presbytere de Calce
Revuelto de setas. Le Presbytere de Calce
Burrata. Le Presbytere de Calce
La carta. Le Presbytere de Calce
Calce es un pequeño pueblo de la zona de Languedoc-Roussillon que, además de ser precioso, se encuentra en el epicentro enológico de la zona, albergando bodegas destacables como Domaine Gauby, Domaine de la Matassa, Domaine Padié, Domaine de l'Horizon o Domaine Olivier Pithon. Y todo eso en un población que recorres perfectamente en poco más de 15 minutos.
En la plaza del pueblo encontramos este restaurante empapado de esa cultura enológica, con una pizarra llena de referencias de la zona que se pueden consumir por copas o por botella completa. Un simpático camarero que chapurrea catalán y que conoce perfectamente los vinos de la zona es el alma mater del restaurante. Nos recomendó el menú de mediodía que resultó ser sencillo pero muy rico y añadimos algún plato extra que nos apetecía probar.
Empezamos con una ensalada de higos de la zona, sencilla pero rica y refrescante para un día de calor de agosto. De segundo pedí unos tomates rellenos de carne picada especiada y especias, plato típico de la zona, correcto sin más, pero con cierta gracia. Compartimos una "mariscada", curiosa, pero rica y de ración generosa.
De postre un poco de queso Comté y una tarta de queso con mermelada de fresa casera.
La carta de vinos es una gozada, sobre todo por la opción de los vinos por copas. Una pizarra viste una de las paredes del local, no hay carta en papel para la mesa. Probamos un Matassa blanco y un Nada que nos recomendó el propio camarero y propietario del local. Los precios del local son casi escandalosos: precio del vino en bodega más 5€ de descorche, algo impensable en nuestro país, o al menos poco habitual. Copas correctas y el servicio atento y esmerado del camarero hacen que la experiencia sea muy recomendable. Estar comiendo en la terraza y ver los tractores que vienen y van en plena vendimia es una gozada si te gusta el vino.
Una interesante forma de conocer la gastronomía de la zona y, sobre todo, sus vinos. Sin duda, una opción a tener en cuenta si se visita alguna de las bodegas de la zona.
Utilizamos cookies propias y de terceros con finalidades analíticas y para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias a partir de tus hábitos de navegación y tu perfil. Puedes configurar o rechazar las cookies haciendo click en “Configuración de cookies”. También puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón “Aceptar”. Para más información puedes visitar nuestra Ver política de cookies.