Junto a la playa de Alcocéber se encuentra totalmente al aire libre este restaurante orgánico. Las dependencias del inexistente local, es decir, cocina, barra y aseos, se ubican en diferentes casetas de madera, mientras que las mesas confeccionadas con palets y sus cómodas butacas de espadaña se sitúan bajo diferentes techados al estilo "Supervivientes". No hay carta. No hay carnes. La oferta gastronómica consiste en diferentes pizzas vegetarianas y en un menú degustación, por el que optamos, compuesto de siete platos o platillos y un postre. En concreto, sopa de melón con maría luisa, hummus de alubia roja, tallarines con dados de tomate natural y lascas de queso de oveja de la zona, crudité de calabacín, remolacha, zanahoria blanca y olivada, pulpo a la brasa con puré de lentejas, mejillones con jengibre (riquísimos), tortilla de patata (muy poco hecha) con pimiento, y natillas de mijo con higos y polvo de algarroba. Todo estaba realmente bueno. Aunque tienen algunos vinos ecológicos, preferimos acompañar la cena con unas ricas cervezas artesanales de Peñíscola, Badúm. Una buena cena diferente.