Restaurante ubicado en un barco, cerca del puente Carlos IV, que según la referencias es lugar de moda, disponiendo de dos niveles, en la zona superior que fue donde comimos, con menor afluencia y parece ser un tipo de cocina menos evolucionada y en la zona inferior donde se precisa reserva con al menos una semana de antelación, una cocina más evolucionada o si no recuerdo mal como ellos llaman, cocina de exhibición, donde nos comentaron que acudía clientela de lo más selecto y artístico de la ciudad.

Seis personas nos acomodamos en una mesa amplia, justo pegados al río donde se divisa constantemente el ir y venir de las embarcaciones, generalmente destinadas a paseos turísticos, y con un buen toldo que nos suavizó el día soleado que hacía.

Hemos comido un poco de todo: desde en un principio unas gambas y pulpo a la plancha acompañado de patatas asadas, pasando posteriormente por un risotto de “mare” y otro de ganso con calabaza. Y posteriormente, pato, cordero, etc. Todo fueron raciones para ir compartiendo.

Todo a un nivel de notable para arriba, con un buen servicio de sala.

Una buena carta de vinos, habiendo tomado dos botellas Riesling alemán, con buen servicio del vino y copas de muy buen nivel.

A lo descrito hay que añadir varias cervezas de más de un tipo.

El precio al final con todo lo reflejado, rondo unos 60 € comensal.

Lugar ideal para recomendar, no solamente por entorno, también por el servicio tanto de sala como de vino y con un precio dentro de lo normal para todo lo disfrutado.