Hubo una intentona de buscar un lugar “bien” para cenar alguna de las noches en las que estuve en Cancún, no crean. En un principio, la elección era el restaurante Tempo de Martín Berasategui pues no conozco ninguna de las propuestas de este chef y el menú que ofrece aquí me parecía rico y con una buena RCP. Sin embargo, no encontré mesa disponible para ninguna de las tres noches que pasé allí. Mi gozo en un pozo. Dada la buena recomendación que recibí la noche anterior, pregunté de nuevo en mi hotel sobre lugares BBB donde cenar. Me encaminaron en esta ocasión hacia el Marinero’s que resultó ser un local gestionado por la misma gente que el Mextreme comentado anteriormente.

Especialidad en pescados y mariscos aunque la carta refleja también propuestas europeas y de cocina tradicional mexicana. Como en la noche anterior hubo invitaciones varias por parte de la casa. En esta ocasión una margarita y unos deliciosos totopos con salsas variadas. Mi elección fue el plato de pescado variado que incluía:
Atún: Dos porciones más bien pequeñas de un filete de atún con un rebozado ligero, a base de huevo, supongo. El pescado fresco, correcto.
Calamares: Rebozado más consistente con harina o pan rallado pero sin exceso de aceite.
Camarones: colas de gamba peladas de tamaño destacable con un rebozado ligero y un fondo excesivamente graso similar al de nuestras “gambas al ajillo”.
Almejas: Tamaño gigante, como jamás las había visto. Riquísima la salsa de acompañamiento con cebolla y soja.
Verduras al vapor y arroz: brócoli, zanahoria y coliflor muy crujientes y gustosas. El arroz blanco un pelín apelmazado.

Como en la noche anterior servicio superlativamente amable, simpático y servicial. Muchos de aquí España deberían aprender. Detalle curioso al pasar una encuesta de satisfacción al final de la cena. Puntué la comida con un 6 y se acercó amablemente el encargado para interesarse sobre aquello que se debía mejorar. Me sentí un poco incómodo y todo pues se les notaba un pelín contrariados y con ganas máximas de gustar. Les comenté que la comida había estado rica pero que, a mi gusto, se repetían demasiado las elaboraciones “empanizadas” (rebozados). Les hablé de las cocciones españolas del pescado a la plancha y del marisco fresco hervido. A simple vista, parece que lo acogieron con interés y la “plática” fue agradable y productiva. Anécdota curiosa y que invita a la reflexión, siempre comparando con la actitud de los hosteleros aquí en nuestro país.