Recordando tiempos pasados.

Local típìco, poco ha variado desde mi época de estudiante en Valladolid. Situada en la zona de las antiguas bodegas caseras de Fuensaldaña. Decoración al uso. Servicio diligente y rápido. La carta de vinos es corta y muy clásica dentro de la zona, predominan los Riberas, algún Toro, Ruedas y tres Riojas. El vino de la casa es servido en jarras de barro como ha sido tradicional en estos locales. Eramos dos personas y tomamos de entrantes: Morcilla de Burgos (4,50) muy rica y en el punto de fritura adecuado y Lomo de guijuelo (17,00) sabroso, con aroma y "sudaba", muy rico. De segundo un chuletón de carne roja con guarnición de patatas y pimientos de piquillo (38,00) la carne era roja y sabrosa pero le faltaba una semana más de cámara, los pimientos del piquillo eran buenos no así las patatas que estaban refritas (que poco cuidan algunos Rtes esta guarnición). La cubertería muy "pobre" ,la vajilla de Bidasoa y las copas del vino igualment pobres. Para beber tomamos el típico clarete de Cigales servido en jarra (5,00) bién de colar y con un poco de fruta, se dejaba beber. Cerramos la comida con 2 cafés.

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