Nubes y claros

… así era el parte meteorológico del día. Con esas dudas nos dirigimos esa mañana a Cala Llonga, de fácil acceso en coche y casi desierta ese mañana.

A la hora de comer, tras otear las terrazas de los alrededores, nos decidimos finalmente por la de este local ya que estaba cubierta, resultando una buena opción en caso de que empezara a llover y la oferta gastronómica era muy similar en todos los sitios.

Las vistas de la cala y el mar como fondo es lo más destacable pues el diseño, mobiliario y decoración, común y corriente de típico bar de playa queda lejos de enamorar. Carta con escasas posibilidades de elección.

Como de costumbre, todo al centro a compartir:

Parrillada de Verdura. Sin misterio alguno se presentaban rodajas de berenjena, calabacín, cebolla, patata, un pimiento italiano y un tomate entero. Nada destacable a decir sobre el producto. Tosco.

Pulpo a la Gallega. El más logrado de los platos sobre todo por la ejecución de la patata que agrandaba al correcto cefalópodo. Ensanchado.

Costillas con Salsa Barbacoa. Buen trozo del costillar, con una carne tierna y que se desprendía fácil del hueso. Venía empapada en una salsa tan abundante como simple y un acompañamiento a base de un picadillo de patata, cebolla y pimiento rojo muy resultón. Rendimiento.

Helado Crocanti. Sí. Ese. El de toda la vida. El que se corta de una barra redonda de helado. Tal y como se planteó en un hilo hace tiempo, este plato cumplía todas las condiciones para entrar a formar parte de un menú demodé. Obsoleto.

Para beber cuatro cañitas que en ese ambiente entran de fábula.

Servicio serio y profesional.

Resumiendo, local que cumplió su función ese día dejando reseña del mismo en esta página para quien le pueda servir de utilidad.